Apuntes de etnografía

En el pórtico. Orozko (Bizkaia), 1956. Javier Perea. Archivo Fotográfico Labayru Fundazioa.

El nacimiento de un niño suscitaba gran interés en su entorno. Son muestra de ello la cantidad de creencias difundidas y recogidas sobre el tema.

Muchas estaban relacionadas con la gestación. Una de las más extendidas decía que si no se satisfacían los antojos de la embarazada, su bebé podría verse afectado. El niño nacería con una mancha en la piel, igualmente denominada ‘antojo’, que se parecería por su forma a aquello que la madre había deseado y no había conseguido.

Existía asimismo preocupación por adivinar el sexo de la criatura antes de su nacimiento. Se creía que si el vientre de la embarazada era de forma puntiaguda, nacería un niño; y también si el ombligo le sobresalía. Además, la presencia de manchas rojas en su cara indicaba la llegada de un chico, en tanto que una cara limpia era señal de que venía una niña.

Había incluso quien miraba a la luna para determinar el sexo del futuro bebé. Se decía que la mujer que quedaba embarazada en luna creciente daría a luz un varón, y que la criatura engendrada en luna menguante sería niña.

Por su parte, los padres ofrecían diferentes versiones a las preguntas que sus hijos les hacían sobre su procedencia. La creencia infantil más extendida ha sido la de que a los niños los traía una cigüeña, colgando del pico, envueltos en un pañuelo o trapo, o metidos en una cajita o cesta.

Es anterior la creencia infantil que afirma que era la partera la que los traía. Hay que tener en cuenta que hasta los años cincuenta del siglo XX las mujeres parían en casa con la ayuda de sus familiares o vecinas. La partera desempeñaba un papel fundamental a la hora de asistir a la parturienta, y solo se precisaba la colaboración del médico cuando había algún problema grave. Es de entender, por lo tanto, la figura de la partera como portadora de los niños.

Dichas creencias variaban dependiendo de las localidades y a veces hasta entre las familias de una misma localidad, pero compartían un propósito común, que era el de desviar la curiosidad de los niños sobre la procreación. Los niños, en aquella época, no sabían gran cosa acerca de la sexualidad, pues no era un tema que se tratara entre padres e hijos. Hoy en día reciben mucha más información, tanto en casa como en la escuela. Y también influyen mucho los medios de comunicación.

Ziortza Artabe Etxebarria – Departamento Herri Ondarea – Labayru Fundazioa

Texto en euskera.

(Adaptado del tomo del Atlas Etnográfico de Vasconia dedicado a Ritos del Nacimiento al Matrimonio)

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