Apuntes de etnografía

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Niños pastoreando en Armentia, c. 1925. Fuente: Archivo Municipal de Vitoria.

Se conoce un antiguo refrán tomado de la obra La pícara Justina que reza: “Nadie nace enseñado, si no es a llorar”, del que también se conocen variantes tales como “nadie nace aprendido” o “nadie nace sabiendo”. Viene esto a cuento de que toda labor requiere de un período de aprendizaje más o menos prolongado, aunque algunos se queden en los primeros pasos del recorrido sin llegar a más.

En las encuestas sobre el pastoreo en el monte Oiz (Bizkaia) recuerdo haber recogido a pastores experimentados que el zagal (pastore-ikastailea) se iniciaba con nueve o diez años de edad y el aprendizaje duraba al menos tres años. En ese tiempo le estaba permitido ordeñar a unas pequeñas marmitas la leche que quedaba en la ubre de la oveja una vez que el pastor la hubiera ordeñado. En el esquileo (ardi-moztea) se estrenaba cortando la lana de las zonas de la tripa y cuello del animal. Cuando comenzaba a sacrificar reses lo hacía bajo la atenta mirada de personas avezadas hasta que pudiera hacerlo solo. Incluso llevaba a cabo algunas labores propias del perro pastor.

Trabajando en familia. Berastegi, 1978. Iñaki Linazasoro.

En los territorios ganaderos y agrícolas se observaba una conducta similar. Los niños y adolescentes se iniciaban cuidando del ganado en el prado. A medida que iban creciendo colaboraban en las labores de los mayores con herramientas pequeñas, acordes a su edad. Se ocupaban en trabajos menores como acarrear agua de la fuente, sostener el farol en la cuadra mientras el padre la limpiaba o guiar la pareja de bueyes en la labranza, que en euskera se conoce con el nombre de itaurren ibili. Teniendo en cuenta la acusada diferenciación sexual que se daba en tiempos pasados las niñas y las adolescentes se iniciaban preferentemente en labores domésticas ayudando a las madres y cuidando de sus hermanos pequeños, sin excluir su participación activa en algunas de las tareas mencionadas. Asimismo, fue frecuente que se colocaran a servir en casas de poblaciones importantes.

Otro tanto ocurre en el ámbito industrial donde se requiere igualmente un aprendizaje. Hay jóvenes que se inician como peones de primera para pasar más tarde a peones de segunda y de tercera hasta alcanzar el grado de oficiales. Idéntica receta es aplicable a quienes realizan cursos de carpintería o metal dentro de la formación profesional para formarse luego como ajustadores o torneros. En localidades pesqueras, los que se enrolan se van especializando y en función de su valía van ascendiendo, por ejemplo, de marmitón a cocinero y de aquí a mayordomo.

Dando de comer a las gallinas. Urduliz, 2020. Iratxe Ozerinjauregi.

En la antigua Roma a la carrera política o escalafón que debía recorrer una persona para progresar se la conocía como cursus honorum, nombre que luego se ha transferido a otras actividades. Por eso lo descrito para la infancia sirve para oficios y profesiones de adultos. Así en pintura artística se acude al taller de un maestro al igual que en escultura, música, artes escénicas, escritura…

Los abogados inician su vida profesional como pasantes de acreditados juristas. Los médicos deben realizar el MIR y luego prácticas en su especialidad. En la enseñanza universitaria, aunque ahora esto ha cambiado, se comenzaba como profesor auxiliar, ascendiendo luego a titular para acabar ejerciendo de catedrático.

Como resumen se puede afirmar que el aprendizaje y la necesidad de completar un itinerario profesional para alcanzar experiencia y crédito es imprescindible en todos los campos.

 

 

Segundo Oar-Arteta

Etniker Bizkaia

 

 

Bibliografía: Atlas Etnográfico de Vasconia, tomos dedicados a Ganadería y Pastoreo y Agricultura.

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