Apuntes de etnografía

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«Alkate dantza» (1980). Archivo: Josu Larrinaga Zugadi.

Cercana y en buena parte asociada al patronazgo animal del día de San Antón (17 de enero) y a la festividad de San Vicente Mártir (21 de enero), la festividad de San Sebastián (20 de enero) se halla inmersa en las curiosas conmemoraciones invernales. Combinando elementos de un periodo particular de mascaradas (personajes carnavalescos, vaca o vaquilla, fuegos y hogueras, ruidos y bataholas, agrupaciones de edad, danzas, etc.) y sus atributos católicos de santo guerrero o protector de los brotes y las consecuencias de la peste, cantos “auroros” o la imagen saetada de su martirio.

En la localidad de Lakuntza, la celebración se iniciaba la víspera con la ronda nocturna del “txistulari” y la madrugadora diana, hacia las 8 h. de la mañana agrupaba al cortejo que iba en romería a la ermita del santo (situado en terrenos Arruazu), oían misa (11 h.), bailaban “a lo suelto” en la plaza vecina y volvían al origen. Después de comer, la juventud se concentraba en la entrada del ayuntamiento, acompañando con saltos o palmadas al “txistulari” y al séquito municipal hasta la plaza donde bailaban la “Alkate dantza”. Al acabar la danza se invitaba a la concurrencia al vino de un pellejo, pan y queso. En Urdiain se daba asueto al ganado y en la procesión del día, portaban al santo cuatro personas de nombre Sebastián, a su paso se disparaban salvas de honor, el ayuntamiento aportaba el vino, los jóvenes las nueces y se solía organizar la “Giza dantza” local.

Su resurgir se inicia en la década de los 70 (después de 30 años), con motivo de la investigación realizada por el grupo deustoarra “Biotz Alai” en la localidad de Lakuntza y la necesidad de realizar un estudio de campo amplio (exigido por la dinámica investigadora y el propio desconocimiento) en los “Zortziko”s de toda la Sakana. La ardua labor de recuperarla se concluye en 1974 y ello anima a realizarla ese año por los jóvenes en sus fechas tradicionales de San Sebastián y Corpus. Para ello, fueron claves los testimonios de Emilio Andueza u otras personas de la zona (Paquita de “Txuriko”, Anastasio Laskoz, hermanos del colegio “La Salle”, juventud de “Lakuntzako pertza”, Germán Ostiza, etc.). Durante varios años se mantuvo la relación y participación conjunta, así el año 1980 se volvió a completar la información sobre la “Alkate dantza” e “Ingurutxoak” que fueron bailados en el Corpus, junto a los jóvenes de Ihabar. La acogida de Emilio fue excelente, nos proporciono nuevos datos que junto a las partituras, están publicados en la revista “Dantzariak” 24, y nos deleito con su entusiasmada realización de la danza en la plaza.

Mesa de las autoridades de Lakuntza (1974). Archivo: Josu Larrinaga Zugadi.

Como se ha indicado, durante la sobremesa, la juventud de Lakuntza por San Sebastián, iban tomando la rectangular plaza junto a la iglesia y ayuntamiento. Éste día se concreta en ir aplaudiendo o saltando con las melodías del “txistulari” y acompañar al séquito municipal (presidido por el alcalde y sus concejales) y el alguacil portaba el vino (en pellejo o garrafón), dos jarras de barro y “barkiloak” (tacitas planas de plata que eran usadas para llevar la sal bautismal). En el Corpus la danza se modifica al salir a la plaza los danzantes enlazados por un par de varas. En lo restante siguen el clásico protocolo establecido en la “Alkate dantza”, el baile a lo suelto y pasacalles o los singulares “ingurutxo”s.

“Alkate dantza” que se inicia en ambas fechas (San Sebastián y Corpus) interpretando las cinco melodías del “zortziko” en los cuatro lados de la plaza, iniciando y finalizando las mismas frente a la mesa presidida por las autoridades locales. El “mayordomo” (pariente del alcalde o de algún concejal) y su pareja, realizan las sucesivas melodías indicadas y el resto de componentes, enlazados de coloridos pañuelos, se mantienen expectantes. Al finalizar, esta primera pareja realiza un puente por dónde pasa el conjunto. Le sigue un baile enfrentado, mozos y mozas, a lo suelto y acaban al son de pasacalles. Toman el pan y vino, para dar inicio a los singulares “ingurutxo”s de traslación perpendicular (Emilio realizaba estas coreografías, acompañado del ritmo de castañuelas). Así concluía la fiesta.

Josu Larrinaga Zugadi — Sociólogo

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