Apuntes de etnografía

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Fuente: Bilbaopedia. Archivo Fotográfico de Elvira Goitia Barainca.

La voz ‘casa’ tiene distintos significados, entre ellos uno restringido ‘stricto sensu’ y otro amplio ‘lato sensu’. Aquí tratamos de la casa en esta última acepción porque nos referimos tanto al domicilio familiar como a otro tipo de viviendas.

En las villas u otras zonas urbanas, las familias, de ordinario, se sienten vinculadas al caserío de procedencia, que a menudo les ha dado el apellido o el sobrenombre por el que son conocidas. Incluso los propios pueblos, según la tradición popular, cuentan con una primera casa fundacional. Así en la comarca de Gernikaldea, lo es la casa torre de Mezeta (Mentzeta en el habla coloquial) en Ajangiz o la de Gautegiz en la vecina Gautegiz Arteaga.

A continuación exponemos varios ejemplos de otras aplicaciones de la denominación casa: Así, las casas donde se atendía a niños abandonados recibían el nombre de Casa Cuna o Casa de Expósitos; la Casa de la Misericordia atendía a jóvenes huérfanos a quienes educaba y preparaba para el ejercicio de un oficio; las casas de huéspedes eran lugares donde acogían a viajantes y personas que se desplazaban temporalmente de un lugar a otro. Algunas emisoras de radiodifusión denominan a su domicilio, la casa de la radio. Los socialistas designan a sus sedes, la casa del pueblo. Algunos religiosos/as llaman casa, al lugar donde residen y a la sede central, casa madre o por ejemplo los jesuitas a la casa donde nació su fundador, san Ignacio, la santa casa. También durante el arresto domiciliario con el que es castigada una persona adquiere la casa un significado especial porque no deja de ser una cárcel atenuada por tratarse de una pena privativa de libertad.

Fuente: Bilbaopedia. Archivo Fotográfico de Elvira Goitia Barainca.

Durante el confinamiento la casa tuvo un alcance distinto porque había que permanecer recluido en ella hasta que se autorizara la libre circulación. Otro tanto ha ocurrido durante la pandemia a quienes se han visto obligados a permanecer encerrados. A raíz de estas circunstancias se han revalorizado los caseríos o las casas provistas de terreno al aire libre cuando hace no tanto tiempo, en ocasiones, se consideraba una aldeanada el vivir en ese tipo de lugares.

La casa adquiere un sentido y valoración singular con ocasión de una guerra, inundaciones u otras desgracias colectivas. Recuerdo haber oído que con motivo del bombardeo de Gernika, en que muchas familias perdieron sus casas, encontraron refugio y fueron acogidas en casas de los pueblos colindantes de procedencia de sus familias.

Es conocida la anécdota del sacerdote que fue a administrar los últimos sacramentos a una anciana moribunda a la que trataba de convencer de que iba a pasar a mejor vida. Su repuesta contundente: “Sí, padre, pero como en la casa de una en ningún sitio”.

Segundo Oar-Arteta – Labayru Fundazioa

 

*Más información en: Casa y Familia. Atlas Etnográfico de Vasconia.

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