Apuntes de etnografía

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Llanteno. Autor: Josu Larrinaga Zugadi.

Cercano está el tiempo de “Carnestolendas”, antiguo término castellano usado en la zona encartada de Bizkaia para denominar al Carnaval. Derivado de este término genérico, aparece o se le atribuye a uno de los actos más característicos de las Encartaciones que ha sido la cuestación de los escolares del Jueves Gordo (posteriormente, trasladada al Martes de Carnaval) y que se conocía como “Carnestolendas” o “Carrastoliendas”. Eclipsado o desaparecido con la insurrección militar, posterior contienda e instauración de la dictadura franquista. Esta colecta infantil, como en el resto del país, se ceñía al jueves (conocido como Jueves Gordo, Lardero, “Egun Zuri” o “Egun ttun ttun”) y la comitiva escolar iniciaba su andadura desde la escuela que bajo la dirección o supervisión del docente local de turno, recorrían la localidad solicitando las correspondientes dádivas.

Antigua costumbre implantada en la zona de Encartaciones (Barakaldo, Trapagaran, Abanto, Zierbena, Urtuella, Güeñes o Gordexola) y donde se organizaba esta fiesta académica, destinada a celebrar las conocidas por “Carrestoliendas”, “Carrastoliendas” o “Carnestolendas”. De este modo, los escolares, en una franja de edad entre 6 a 15 años, se agrupaban en secciones de 10 a 40 niños/as para realizar su recorrido petitorio por barriadas, casas y caseríos en la jornada del Jueves Gordo, Domingo o Martes de Carnaval. Por lo general, no iban disfrazados y en algún caso, acostumbraban a llevar gorros cónicos de cartón adornados en su punta con plumas. Siendo habitual el portar un gallo (debajo del brazo, atado en un palo o en un cesto) y una bandera o banderita. En respuesta a su retórico canto, les daban dinero que depositaban en una bolsa y alimentos (chorizos o longanizas, huevos, nueces, avellanas, caramelos, etc.). Cuando eran acompañados por el maestro y era éste, el que con lo recogido organizaba la merienda y si no, las madres asumían esa tarea.

Eguen Zuri en Arrankudiaga. Autor: Josu Larrinaga Zugadi.

Con el estribillo común de las diversas variantes en castellano (“Ya llegan las Carnestolendas, señoras, mujeres, a lo que se estila,…”) iban desgranando el motivo de su presencia, los obsequios demandados, la presencia del gallo portado y su inmediato futuro en las manos de los escolares. Festejo que presenta una gran conexión con la “fiesta del gallo” que se celebraba en el cercano valle de Ayala y en la localidad de Laudio. Donde los escolares recorrían el pueblo con un gallo enjaulado, una bandera, una especie de capitán e iban cantando sus coplas petitorias. Se solían acompañar de palos para acompasar el ritmo, salvar los obstáculos del camino (arroyos, pendientes, etc.), defenderse de alimañas o celosos perros domésticos, atronando las puertas (aldaba o palo en mano) en su presentación e incluso, plantar cara a otras cuadrillas.

Al igual que en las “Carnestolendas” encartadas han existido y existen fiestas similares en toda Europa, donde se hace referencia a un gallo negro o gallo de marzo. Ya desde la época de los procesos de brujería (siglos XVI y XVII), fue símbolo de temor para los seres nocturnos o malignos y expresión de cristiana protección de personas, animales y bienes materiales. Y curiosamente, en estos cantos se apela a su muerte violenta a mano de los niños, en relación directa con el “juego del gallo” u “oilar jokuak”, y la presencia de un personaje director de la tropa (capitán o “rey de gallos”). Reflejo de una estructuración tradicional, cargada de acciones simbólicas y emulación de la infancia respecto a costumbres u organizaciones consuetudinarias referenciales de la sociedad adulta.

Josu Larrinaga Zugadi — Sociólogo

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