Apuntes de etnografía

Misa crismal en la Catedral de Pamplona (2024). Autor: Fernando Hualde.

La etnografía que envuelve la liturgia de la Iglesia Católica, y que nos afecta de lleno, sigue siendo un mundo en el que quienes nos dedicamos a este ámbito de la cultura seguimos teniendo en ello una asignatura pendiente y al que, de vez en cuando tratamos de asomarnos en este blog.

Hoy vamos a centrar nuestra atención en la misa crismal, una celebración religiosa que nace nada menos que en el siglo III y que está asociada directamente a la Semana Santa, enmarcada dentro de esta, antaño celebrada siempre en la mañana del Jueves Santo, y en la que pese a ese margen de celebración de siete días mayoritariamente se hace actualmente el día de Miércoles Santo en la Catedral correspondiente bajo la presidencia del obispo facilitando así la asistencia de todos los sacerdotes de la diócesis. El objetivo de esta celebración es consagrar el Santo Crisma, a la vez que se aprovecha para bendecir los óleos de los catecúmenos y de los enfermos, acción esta de la bendición y consagración reservada en exclusiva a los obispos; es decir, cuando vemos al papa presidiendo esta ceremonia, no la preside por su condición de papa sino por su condición de obispo de Roma. Cada uno de los óleos y el crisma tienen su oración específica para este ritual.

El crisma se usa dentro de la Iglesia en la administración de tres de sus sacramentos: el bautismo, la confirmación y el orden sacerdotal; e igualmente se usa cuando se va a hacer la dedicación de una iglesia o cuando se va a consagrar un altar. Por su parte el uso del óleo de los catecúmenos está reservado exclusivamente al ritual del bautismo, mientras que el óleo de los enfermos se utiliza durante el rito de la unción de enfermos.

No hay que olvidar que la cultura cristiana ha querido, desde hace siglos, que sea en la Vigilia Pascual cuando se administre el bautismo y la confirmación a los catecúmenos (nuevos cristianos), a la vez que se entiende que los sacramentos emanan de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo; de ahí que la misa crismal y la Semana Santa estén asociados.

Así pues, además de esa consagración del Santo Crisma y de la bendición de los óleos, se busca siempre la presencia de todos los sacerdotes que desempeñan su labor pastoral en la diócesis, de hecho desde el Concilio Vaticano II es un acto dirigido a ellos. Ese es el momento en el que los clérigos aprovechan para hacer la renovación de sus promesas y compromisos sacerdotales.

Estamos, por tanto, ante una ceremonia religiosa que, como ceremonia y como ritual, acompaña la vida de nuestros antepasados en esta tierra desde la llegada del cristianismo. Curiosamente, siglos atrás, en el reino de Navarra en lugar de bendecirse el óleo de los catecúmenos se bendecía el óleo de los exorcismos, detalle este que nos ayuda a entender la importancia que aquí se les daba.

Las fotografías que acompañan este artículo fueron tomadas el Miércoles Santo de 2024 en la Catedral de Pamplona, un espacio en el que el uso del aceite se ha empleado también, y durante siglos, en la ceremonia de unción de los nuevos reyes o reinas del viejo reino de Navarra durante la ceremonia de unción y proclamación como tales, antes de ser alzados sobre el pavés exhibiendo los atributos reales: capa, espada, cetro y corona.

Fernando Hualde – Etnógrafo

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