Apuntes de etnografía

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Frontones y Pelotaris, 1957. Fuente: rtve.es

Este artículo está basado en el texto «HORMAK ZARATAKA. ESKU-PILOTA AULESTI, NABARNIZ ETA EREÑOKO BIZIMODU TRADIZIONALEAN». Para más información consulte el siguiente enlace: 9600&AntropologiaCultural26_.indb

Una escena: dos personas golpean una pelota con la mano contra una pared. Son deportistas de élite. Han recibido multitud de apoyos por parte de diversos especialistas. Cuidan estrictamente su entrenamiento y su alimentación, visten ropa técnica. Cada jugador ha elegido más de una pelota entre las fabricadas por una empresa especializada. Tres mil espectadores se hallan en un moderno pabellón de la ciudad, y el partido se transmite en directo por televisión y otros medios.

Otra escena: dos personas golpean una pelota con la mano contra una pared. Son niños en edad escolar. Están practicando uno de los pocos juegos que conocen. Sus padres se enfadarán si estropean la ropa, y andan descalzos para no romper sus alpargatas. La pelota está a punto de deshacerse; uno de los niños la ha fabricado como ha podido, con materiales que tenía a mano. Utilizan como frontón una de las paredes de la iglesia del pueblo, mientras los chicos mayores no los expulsen.

Aunque ambas imágenes muestran, en esencia, la misma actividad, son claramente distintas.

La primera escena representa la máxima expresión del juego de pelota; uno de los espectáculos que el deporte profesional actual nos ofrece. Empresas privadas organizan anualmente competiciones de diferentes modalidades y tienen pelotaris en nómina. Los manistas poseen cualidades excepcionales: son rápidos, fuertes, habilidosos… Sin duda, el hecho de que la pelota a mano tenga tanta presencia en la televisión contribuye a su difusión, y tiene su lugar dentro de la oferta de ocio.

Frontón Ogueta, Martinez de Irujo contra Olaizola II. Fuente: Irekia/Gobierno Vasco. Autor: Mikel Arrazola.

Sin embargo, mucho antes de que existiera la televisión, la pelota a mano ya despertaba una enorme afición. Hacia mediados del siglo XIX, la modalidad contra la pared estaba de moda. Había empezado la decadencia del juego directo, cara a cara. Los pelotaris eran personajes famosos y se construían frontones aquí y allá, tanto públicos como privados. A menudo, estos frontones no se edificaban desde cero, sino aprovechando las estructuras de anteriores juegos de pelota.

Pero no en todos los pueblos se construyó un frontón para la pelota; eso no significa, en absoluto, que no se jugara allí. De hecho, muros de rebote, murallas, soportales de ayuntamientos y, sobre todo, las paredes de las iglesias se convirtieron en el centro del juego indirecto en muchos lugares.

Hemos analizado el caso de tres pueblos de Bizkaia: Aulesti, Nabarniz y Ereño. En esas localidades los frontones convencionales se construyeron en la segunda mitad del siglo XX. Antes de eso, se utilizaban frontones de formas y tamaños variados, siempre aprovechando las paredes de las iglesias. Además de describir cómo eran aquellas estructuras, los informantes nos han contado lo que sucedía en aquellas antiguas canchas.

La segunda escena descrita más arriba podría ser de uno de esos pueblos o de otros lugares; quizá la expresión más humilde del juego de pelota. Antes no había frontones convencionales, ni pelotas en condiciones, ni equipamiento adecuado, ni gran apoyo familiar. Sin embargo, por encima de todos los obstáculos y carencias, entre la gente prevalecía un sentimiento: la pasión por la pelota.

Iñaki Vidal

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