Apuntes de etnografía

Hirūdinēs. Dioscórides. Salamanca, 1563

Hirūdinēs. Dioscórides. Salamanca, 1563. Eukal Biblioteka. Labayru Fundazioa.

La sangría fue un método científico ampliamente utilizado por la medicina oficial en tiempos pasados, pero con los años su uso quedó relegado al ámbito de la medicina popular.

Eran dos los procedimientos empleados: se abría una vena periférica, practicando un corte, a fin de que se produjera una hemorragia controlada, o bien se aplicaban sanguijuelas —conocidas mayormente como uzanak o izainak en euskera— que absorbían la sangre impura o sobrante.

De la operación de hacer sangrar a la persona enferma se ocupaba normalmente, aunque no siempre, el médico, el practicante o el barbero; mientras que las sanguijuelas las podía aplicar también la curandera, el curandero, o incluso una misma.

Las sanguijuelas se cogían en los cursos de agua, fueran pozos, abrevaderos, arroyos… Cuentan que el método más fácil era meterse al agua con las piernas desnudas para que se les agarraran. Acto seguido salían del agua y se las quitaban. Se solían conservar en una caja de madera o en una tinaja de cerámica, extendiendo para ello capas superpuestas de arcilla blanda en las que se iban incrustando, una a una, hasta cubrir el recipiente.

Sanguijuela de agua dulce. Sergio González Ahedo

Sanguijuela de agua dulce. Sergio García Ahedo.

Había sanguijueleros, y puede que alguna que otra sanguijuelera, que se dedicaban al mercado de las sanguijuelas medicinales. Tenían por oficio capturarlas y venderlas a hospitales y boticas. Allá por los años 1840 se cotizaban a unos nueve reales la docena de buenos ejemplares.

Para la sangría, se introducía la sanguijuela en una copa invertida apoyada contra la piel, y cuando el gusano se adhería, se retiraba la copa. La sanguijuela iba aumentando en tamaño a medida que chupaba sangre, hasta que se saciaba y se soltaba. Metiéndola en ceniza vomitaba, y después de lavarla podía ser reutilizada. Se colocaban en cualquier parte del cuerpo imaginable, a menudo en brazos o piernas, típicamente sobre las venas de las fosas cubitales y las muñecas, también en el cuello, detrás de las orejas o en las sienes.

Se recurría a la sangría para el tratamiento de un amplio espectro de trastornos y patologías: pulmonía, pleuresía, congestiones cerebrales, hipertensión, jaquecas, inflamaciones de diverso tipo, hematomas, infecciones varias, envenenamiento… Se decía, además, que la época del año más propicia para sanear y aligerar la sangre en prevención de posibles desequilibrios era precisamente la primavera.

Jaione Bilbao – Departamento de Etnografía – Labayru Fundazioa

(Adaptado del tomo del Atlas Etnográfico de Vasconia dedicado a Medicina Popular)

Puede asimismo resultar de interés un apunte anterior dedicado a la primavera y las alteraciones humorales que la acompañan.


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