Apuntes de etnografía

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Irune Rotaetxe

Aita tenía a Lorenza Amorrortu en gran estima, y creo que, esté donde esté, todavía la tendrá en su recuerdo. 

Durante un tiempo sufrió bastante del estómago. Casi a diario se quejaba de dolor abdominal, digestiones pesadas, mala gana y debilidad. Se le veía triste. Solía sujetarse el estómago con las dos manos para aliviar aquel malestar. Incluso dejó de comer.

Le atendió más de un médico, y en la mayoría de los casos, achacaban su sufrimiento a los nervios, y lo que le recetaban no le surtía efecto. Un amigo le aconsejó acudir adonde una curandera que trataba este tipo de dolencias. Aunque no muy esperanzados, decidimos ir a verla. 

Lorenza vivía en el barrio El Manzanal de Llodio (Álava). Tendría entonces alrededor de 70 años. Era una mujer que trasmitía gran vitalidad. El que se dirigiera a él en euskera facilitó la comunicación y favoreció el trato entre ellos.

Era natural de Zeberio (Bizkaia), nacida en 1926, y madre de trece hijos. Se inició en el curanderismo a los cincuenta años y dedicó más de tres décadas a curar a todo aquel que se lo pidiera. Ella decía que tenía un don de nacimiento, un no sé qué en las manos que curaba ciertos males. Ese don lo heredó, al parecer, de su abuela, que también era curandera. A ella se lo transmitió su abuela, y ella, a su vez, a una de sus hijas, a la que más cualidades tenía. Lo que tenía claro era que aquello no podía perderse.

Aita le contó que no tenía bien el estómago, que la comida le sentaba mal y que se sentía débil. Lorenza le mandó alzar los brazos y juntar palmas y piernas. Vio que la mano izquierda quedaba más baja que la derecha, y enseguida dio su diagnóstico: estómago caído ―estamangukoa o urdailekoa, en euskera―.

El estómago caído, técnicamente prolapso de estómago, es una caída o descenso del fondo del estómago por debajo de lo normal. El origen es muchas veces de tipo constitucional, dándose mayormente en personas delgadas y altas. Esta patología puede desencadenarse tras pérdidas bruscas de peso, operaciones quirúrgicas en el abdomen o varios embarazos, en el caso de las mujeres. Según Lorenza, el estómago también se puede caer a causa de un susto o un disgusto.

Tumbado en una camilla, le masajeó el abdomen. Seguidamente colocó varios pedazos de cerilla, utilizando jabón chimbo para sujetarlos. Uno a uno, les iba prendiendo fuego, y colocando un vaso encima, boca abajo, esperaba a que se hiciera el vacío para hacer fuerza hacia arriba, a modo de ventosa. Conseguía así que el estómago volviera a su sitio. Después mediría con una cuerda la cintura y la distancia entre la boca del estómago y el pubis. Repitió la práctica durante tres días consecutivos, tiempo en el que aita tuvo que vestir una faja día y noche, hasta que el dolor desapareció gradualmente.

A cambio Lorenza no pidió más que la voluntad.

Itziar Rotaetxe 

Departamento Herri Ondarea – Labayru Fundazioa

 

* Otros remedios para el estómago caído pueden consultarse en el tomo del Atlas Etnográfico de Vasconia dedicado a Medicina Popular.

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