Apuntes de etnografía

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Vendejeras en la plaza de Mungia (Bizkaia). Foto: Akaitze Kamiruaga. Archivo Fotográfico de Labayru Fundazioa.

Ayer, 2 de diciembre, con motivo del Día del Euskera, el Ayuntamiento de Bilbao rindió homenaje a las vendejeras que continúan acudiendo al Mercado de La Ribera; ya que han traído a la capital durante décadas, además de los productos de la huerta, el euskera de sus distintas localidades.

Actualmente, si preguntamos a personas menores de cincuenta años, seguramente muchas de ellas no habrán oído la palabra vendeja en su vida. La vendeja es el conjunto de verduras y frutas que las baserritarras llevan al mercado para su venta; y vendejera se utiliza para referirse a las vendedoras.

Para los que tenemos una edad, y además provenimos de una zona rural, en cambio, es una palabra muy común. Yo misma he oído desde niña muchas historias sobre las vendejeras, ya que mi abuela y mi madre iban desde Urduliz a Las Arenas y a Portugalete; y en verano también a Plentzia.

La venta de la vendeja y el reparto de leche, en ocasiones, van de la mano. De hecho, las mujeres y las jóvenes, a menudo, primero repartían la leche, y posteriormente se dedicaban a la venta de hortalizas en la plaza. Las chicas empezaban acompañando a su madre o a alguna vecina. Pero, a veces, no tenían más remedio que hacerlo solas. A este respecto, recuerdo las palabras de una informante de Busturia. Siendo una niña, con sólo doce años, su madre enfermó repentinamente, por lo que al día siguiente no le quedó otra que ir sola a Bermeo. Ella se puso muy nerviosa, y su madre la tranquilizó diciendo: ―Tranquila hija, no te preocupes, el burro te enseñará el camino. ¡Entonces no había periodo de adaptación!

De camino al mercado. Fuente: Sorkunde Etxebarria. Autor: Foto Goikoetxea. Archivo Fotográfico de Labayru Fundazioa.

Son muchísimas las mujeres y las jóvenes que acudían a las plazas de la capital y de las cabeceras de comarca (Bilbao, Gernika, Bermeo, Mungia, Las Arenas, Portugalete…) a vender los productos del caserío. De víspera preparaban con gran esmero toda la mercancía, y al día siguiente, salían de madrugada de casa, y se desplazaban al mercado andando, en burro o en tren. Hoy en día hacen el trayecto correspondiente en coche.

A la plaza se ha llevado producto de temporada. En verano suele haber más surtido (tomates, pimientos, vainas, lechugas, calabacines…), ya que las huertas están en plena producción. Antaño, la fruta del caserío también se vendía muy bien, ya que entonces no había fruta de fuera. Además, también venden frutos secos y huevos.

Hoy en día, cada vez hay menos vendejeras. A pesar de los adelantos, parece que este modo de vida no atrae a la juventud, y no hay relevo generacional. ¿Nos encontramos ante la última generación de vendejeras? ¡Esperemos que no!

 

 

Akaitze Kamiruaga

Departamento Herri Ondarea – Labayru Fundazioa

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