Apuntes de etnografía

Markaidako eskota, años 1950. Archivo Fotográfico del Ayuntamiento de Mungia.

Entramos de lleno en la temporada estival de fiestas patronales, y también fiestas en barrios y ermitas. Pues bien, fue costumbre generalizada, hasta hace unas décadas, que agrupaciones informales de jóvenes se encargaran de su organización.

Dedicamos estas líneas al recuerdo de una tradición desaparecida durante la guerra civil, antaño común en muchas localidades de Bizkaia: la de los llamados zaragi-mutilak ‘los mozos del pellejo de vino’. Reciben el nombre de eskota ‘escote’ en la zona de Uribealdea, y su presencia en el municipio de Mungia, más concretamente en los barrios de Atxuri, Belako, Billela, Elgezabal, Iturribaltzaga, Laukariz, Markaida y Trobika, se dejó sentir con fuerza hasta mediados del pasado siglo XX. Se trata de una costumbre prácticamente perdida, que perdura y, en parte, se mantiene tan solo en los barrios de Atxuri y Trobika.

Atxuriko eskota, 1932. Archivo Fotográfico del Ayuntamiento de Mungia.

El escote se hacía entre los mozos del barrio mayores de edad, generalmente en domingo. Entraban en la cuadrilla cumplidos los dieciocho años y permanecían en ella hasta que se casaran.

Vestían indumentaria propia para ese día: pantalones de mahón, camisa blanca, blusón, pañuelo floreado al cuello y un sombrero de paja adornado con cintas y flores. Preparaban un carro de bueyes, engalanándolo con ramas y flores, y acudían en grupo a la villa. Montaban a veces maquetas de gran tamaño que representaban algún lugar de su barrio: la ermita, un caserío, un molino… Más tardíamente, en ocasiones, también participaban las mozas del barrio.

Recorrían el camino en ambiente festivo, acompañados de acordeón y pandero, o txistu y tamboril. Para hacerse notar, no solían faltar los cohetes, bolanderak.

Laukarizko eskota. Archivo Fotográfico del Ayuntamiento de Mungia.

Una vez en Mungia, se dirigían a la alhóndiga y compraban un pellejo de vino, o zaragia, para la fiesta. Los gastos los cubrían ellos mismos, pagándolos a escote de su propio bolsillo. Deducimos que de ahí les viene el nombre.

Visitaban después el asilo de la villa y obsequiaban a los residentes con un garrafón de vino, algo de dinero y algún que otro regalo, además de amenizarles el rato con un par de danzas.

De vuelta al barrio, el vino del pellejo se repartía en botas de cuero entre los asistentes a la fiesta. Era un convite que los jóvenes hacían al resto de los vecinos.

Atxuriko eskota, 2016. Cortesía de Jorge Otegi.

Las cuentas se hacían al domingo siguiente, especificando lo que cada uno debía aportar. Volvían a la alhóndiga y efectuaban el pago. Luego tomaban y comían algo en una taberna.

Aunque en los últimos años se haya prescindido del carro de bueyes, los vecinos de Atxuri suelen todavía construir grandes y cuidadas maquetas que representan motivos del barrio.

Akaitze Kamiruaga – Departamento Herri Ondarea – Labayru Fundazioa

Información obtenida del trabajo de campo realizado por la autora en Mungia (Bizkaia) en 2011. El fruto de esta investigación se publicó en la obra Mungia: bizimodua eta ohiturak. Mungiako Udala – Labayru Ikastegia, 2012.

Para más información puede consultarse: Josu Larrinaga. “Perspectivas modélicas de agrupaciones festivas en Bizkaia” in Zainak. Cuadernos de Antropología-Etnografía. Fiestas, rituales e identidades, núm. 26. 2006, pp.101–119.


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