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Al tren con las cacharras de leche. Barrio de Ambasaguas en Carranza (Bizkaia), 1958. Cortesía de Miguel Sabino Díaz

Al tren con las cacharras de leche. Barrio de Ambasaguas en Carranza (Bizkaia), 1958. Cortesía de Miguel Sabino Díaz.

Nuestra sociedad tradicional, varias generaciones atrás, se basaba en el autoabastecimiento y apenas circulaba dinero. Muchos pagos se hacían en especie y era común el trueque entre vecinos. Algunos productos había que comprarlos: la sal, el azúcar, el aceite o el tabaco. En nuestro territorio se han conocido varias poblaciones con salinas, así que los habitantes de su entorno estaban abastecidos. Hubo tiempos en que se cultivó tabaco o bien los aficionados a fumar aprovechaban algunas especies vegetales que tenían a mano tras pasar por un periodo de secado. Como papel para liar estos restos vegetales se empleaban las brácteas más finas de la mazorca, las que están en contacto con los granos. En el sur de Vasconia se cultivaban olivos, así que el aceite no suponía ninguna limitación. En el resto, en caso necesario se sustituyó por grasas animales: sebos y mantecas. El azúcar, que se utilizaba poco, se podía sustituir por miel. Así que en determinados periodos de carencia, la casa de labranza casi podía ser autárquica desde el punto de vista de la alimentación. (más…)

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Abuela desgranando alubias con su nieto. Akaitze Kamiruaga. Archivo Fotográfico Labayru Fundazioa.

Casi podría afirmar que mi padre nació en el neolítico atendiendo a algunos aspectos como los relacionados con el fuego, el aprovechamiento de los recursos silvestres, la fabricación de útiles con madera o algunas técnicas de cultivo. Hasta que de niño vio “venir la luz”, la única forma que conoció de alumbrarse y de cocinar era mediante el fuego. La llegada de la luz eléctrica supuso una auténtica revolución, de la que han nacido todos los demás cambios, incluido el que tiene que ver con lo digital. Yo nací al inicio de la década de 1960 en que se desataron todas las transformaciones ligadas a la mecanización. Mis primeras fotos muestran a un niño encaramado en un carro de madera arrastrado por una pareja de vacas. Mi propio abuelo, que de vez en cuando construía este tipo de carros para sus vecinos, había conocido la época en que se hacían íntegramente de madera, sin elementos metálicos. Muchos de mis compañeros de escuela son ahora ganaderos que producen leche de vaca por procedimientos de tipo industrial, algunos de ellos incluso recurren a robots para el ordeño de sus animales. Desde los albores de la agricultura hasta la infancia de mi padre, en el mundo rural se produjeron cambios a un ritmo pausado y creciente que nada tiene que ver con el paso de su generación a la mía, en que las transformaciones han seguido una progresión exponencial. (más…)