Archivo

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Ermita de San Salvador en Ardanaz de Izagaondoa (Navarra), cuyo tejado se restauró hace unas décadas utilizando las tejas de Aizpe. Fernando Hualde.

Hay oficios, muchos, que desaparecen; los nuevos tiempos se los llevan por delante sin piedad alguna. Con ellos, poco a poco, desaparecen también los lugares en los que se ejercían. Y a veces desaparecen hasta los pueblos en donde estaban esos lugares, e incluso las personas que fueron testigo de aquellos oficios, lugares y pueblos.

Esto es exactamente lo que ha pasado con la tejería de Aizpe, en Urraúl Bajo. No viven ya quienes allí hicieron tejas, ni queda rastro de la tejería, ni tan siquiera quedan los restos del pueblo, ni desde hace unos pocos meses vive tampoco aquél que de niño y adolescente almacenó en su memoria los recuerdos de aquel lugar…, el último testigo de aquello. (más…)

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Fernando Hualde

Fernando Hualde.

La montaña, los puertos… viven ahora un momento mágico, tanto desde el punto de vista natural como desde el punto de vista etnográfico. Centrémonos en la etnografía, y más concretamente en un objeto muy particular.

A la montaña, a los puertos, a los pastos de verano del Pirineo navarro, Urbasa y Aralar llegan en esta época del año miles y miles de ovejas que han pasado el invierno en tierras bajas exentas de nieve y ricas en pastos. La montaña, ¡escuchad!, se llena de música. Es el sonido de los cencerros que cuelgan del pescuezo de ovejas, cabras, chotos, irascos, vacas, yeguas… La montaña tiene su propio hilo musical. (más…)

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Lore-koroa

Archivo Fotográfico Labayru Fundazioa.

En abril y mayo se impone la necesidad de buscar la protección de las florecientes cosechas y la dicha de la lluvia moderada. Es un tiempo jalonado de costumbres asociadas a la colocación de árboles o chopos pelados en plazas o altozanos (práctica que se suele prolongar hasta San Juan o las fiestas patronales), la figuración vegetal de mayos vivientes o peleles, la curiosa designación o elección de las virginales mayas o el singular matrimonio juvenil de mayos y mayas. (más…)

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Libro-portada

Almadías por el río Eska, c. 1930. Marqués de Santa María del Villar.

El Pirineo ha encontrado sus fuentes de riqueza en el ganado y, en segundo lugar, en su arbolado, o sea, la madera. En la zona occidental de esta cordillera cabe destacar las selvas del Quinto Real, el Irati y Belagoa-Belabarze donde las hayas pueden llegar a alcanzar alturas considerables. No es de extrañar, por lo tanto, que su madera y su comercialización fuera una explotación floreciente hasta tiempos muy recientes. Esa riqueza forestal propició la aparición de un oficio entre las gentes de la Montaña: el almadiero. En Navarra se denominaba almadía a la balsa compuesta por troncos de madera destinada a su conducción por los ríos. Su trayecto se desarrollaba desde los señalados bosques pirenaicos hasta diferentes enclaves incluso de Cataluña donde se hallaban los astilleros cercanos más importantes. Hay que tener en cuenta que los antiguos caminos reales hacían difícil el acceso de carros y galeras hasta los bosques de la alta montaña. Es por ello, que resultaba mucho más rápido y fácil el transporte de los troncos por el cauce fluvial. Así, autores como Balcells nos señalan que las primeras referencias documentales del tránsito almadiero por los ríos navarros datan del siglo XIV. En los primeros tiempos iban comandadas por nabateros aragoneses y no fue hasta mediados del siglo XVII cuando se empezaron a explotar los montes pirenaicos por sus propios vecinos ya como almadieros. (más…)