Apuntes de etnografía

Fuente: Archivo fotográfico de la Dirección General de Turismo.

El río Oria es el más significativo de Gipuzkoa. Tras nacer en Aizkorri y recorrer 18 municipios en sus 75 kilómetros de largo, desemboca en el mar en Orio. Pese a que puede parecer que el municipio ha sido un pueblo pesquero históricamente, sus habitantes tuvieron que desarrollar también otros oficios para ganarse la vida. En la ría del Oria, es decir, en los kilómetros del río sometido por las mareas, existieron varios astilleros desde el siglo XVI hasta hoy en día. ¿Cómo puede ser eso? Originalmente, la costa oriotarra tenía una peculiaridad, sus corrientes la hacían muy peligrosa para navegar. Antes de que se construyeran las dos barras y obtuviera el aspecto con el que lo conocemos en la actualidad, los marineros de la localidad tenían verdaderos problemas para navegar por esta zona. Por lo tanto, históricamente se desarrollaron otros oficios.

Ala de principios del siglo XX. Foto: Eider Arruti.

Comenzando desde el barrio Aginaga de Usurbil hasta donde desemboca el río, se han identificado 20 astilleros diferentes. En sus gradas se construyeron embarcaciones para la Armada Española, barcos para compradores privados, grandes pesqueros y demás. Pero al igual que otros oficios tradicionales, la industrialización y el uso del plástico, o más bien el de la fibra en este caso, hicieron que desaparecieran la gran mayoría de los astilleros tradicionales. Cabe mencionar que también hay embarcaciones que no aparecen en los archivos, en los contratos de armadores y planos; se trata de los pequeños botes como las alas, que se construían sin contrato ni planos. Rápidas en su construcción, simples y sin grandes diseños ni adornos, se trataba de una herramienta de trabajo para ir río arriba y río abajo. Pese a que el nombre de ala solo se utilice en el Oria, es una embarcación de grandes similitudes con las chanelas o gabarras. Botes anchos y de poca profundidad, para el transporte de carga o mercancías de gran volumen y muy manejables para una única persona haciéndose valer por las corrientes.

Recoger arena junto al mar, transportarla río arriba con las mareas y venderla para la construcción o su uso en los caseríos era una actividad muy común con este tipo de transporte. Los barcos pesqueros de Orio tenían sus propias alas, destinadas a la carga y a acondicionar los navíos. Cuando el puente de Orio fue destruido, el ala fue utilizado para cumplir las veces de puente, cruzando mercancías, ganado y personas desde un lado del río al otro. Claro está, también eran utilizados para la pesca en el río. Hoy en día se mantienen unos pocos ejemplares de estas embarcaciones tradicionales en Orio, precisamente utilizadas hasta hace muy poco para la pesca de angulas. Al igual que este preciado manjar, el ala desaparece poco a poco de esta ría. Por suerte, la fundación Albaola Itsas Kultur Faktoria puso en marcha el pasado junio un proyecto educativo, mediante el cual han recuperado este patrimonio, dando ya sus primeros frutos con la reciente botadura del primer ala construido con el alumnado local. De este modo, permiten un nuevo modo de vivir, conocer y educar en torno a la ría.

 

Eider Arruti – Antropóloga

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