Apuntes de etnografía

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Playa de Bakio, 1952. Fuente: Jorge Royo.

Los pueblos de la costa de Vasconia tienen algo en común, el mar Cantábrico que los baña; pero, muchas veces, su relación con él también los distingue y diferencia. Resulta curioso cómo se alternan, salvo excepciones, los pueblos costeros portuarios y otros con arenales, intercalándose algunos más con acantilados que dificultan el acceso y el contacto de sus vecinos con el mar.

Bakio, municipio bizkaino con una amplia playa, ha sido tradicionalmente agrícola y ganadero, y es significativo cómo tanto su núcleo original, como la mayor parte de los caseríos se sitúan a bastante distancia de la línea costera. La relación de los y las bakiotarras con la pesca ha sido muy escasa. Así, esta actividad se ha dirigido, casi exclusivamente, al consumo propio y en pocas cantidades. Y si bien se han utilizado, puntualmente, pequeñas chalupas para conseguir pescado del interior del mar, a los interesados les bastaba con acercarse a las zonas rocosas de la playa para obtener suficientes lapas, caracolillos (magurioak), pulpos (amorrotzak) o percebes.

Respecto de la playa, cabe subrayar que en Bakio no se le ha asignado un nombre concreto que denote cierta importancia para sus vecinos, sino que se le llama simplemente Aritza, variación de Areatza; esto es, abundancia o sitio de arena. Este topónimo es común en otras localidades costeras, como en Muskiz (playa de La Arena) o Getxo (barrio de Las Arenas) e, incluso, en otras más interiores, como Bilbao (paseo del Arenal) o Areatza, en el Valle de Arratia.

Sacando arena de la playa con los bueyes, 1958. Fuente: Jorge Royo.

Si preguntamos a vecinos y vecinas de Bakio de avanzada edad y de tradición campesina qué recuerdo tienen de su relación con el arenal, la respuesta es siempre parecida “en el caserío no había tiempo para bajar a la playa”. Es evidente que se trata de una respuesta encuadrada en la idea moderna de la playa como un lugar de ocio y deporte. Cuando, en cambio, les preguntamos sobre el aprovechamiento agrícola y ganadero de la playa y del mar que se ha venido haciendo en su pueblo, las respuestas son variadas.

Sacaban la arena de la playa, bien con permiso municipal, bien comprándola o pidiéndola en la zona privatizada de las dunas, y la transportaban con carros de bueyes para diversos usos.

Muchas veces se utilizaba para secar el estiércol del ganado en las cuadras de los caseríos, ya que era mejor secante que los helechos y la hierba que se usaba generalmente. En algunos casos la simultaneaban con árgoma (otie).

Otro uso habitual de la arena estaba relacionado con el cultivo típico de Bakio de los espárragos, en el que la arena jugaba un papel fundamental, pues resultaba necesaria, mezclándola con la tierra, para que el suelo fuera suficientemente drenante. La arena había que renovarla anualmente en cada hoyo, retirando la vieja.

Acta municipal sobre la arena extraída de la playa de Bakio, 02-01-1940.

También se usaba la arena de la playa en la construcción, para fabricar mortero de cemento u hormigón, pero el salitre hacía que se oxidaran, en pocos años, los elementos metálicos en contacto (tuberías, armaduras, barandillas, etc.). Su uso quedó prohibido, manteniéndose sólo para casos sencillos y puntuales. Ejemplo de ello es la extracción de arena que se hizo en el año 1940 para la reconstrucción de la Parroquia de Mungia.

Por último, sobre la arena aparecían a veces, en la orilla de la playa, extensiones de piedrillas de grijo (ripio) que se empleaban para pavimentar los caminos a los caseríos, sin usar cemento, pues éste resultaba costoso.

En el post de la semana siguiente continuaremos con el aprovechamiento de otros elementos del arenal de Bakio: agua de mar, algas…

 

Zuriñe Goitia

Antropóloga

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