Apuntes de etnografía

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Jabón artesanal. Autor: Seferikalbiye.

La reciente pandemia del Covid nos ha recordado la importancia de la buena higiene doméstica y personal para evitar la propagación de las enfermedades contagiosas y para el cuidado de la salud personal de todos.

La palabra “higiene” proviene del nombre Hygíea, la diosa de la salud de los antiguos griegos, que era hija, según su mitología, de Asclepio, dios de la medicina, y de Epíone, diosa de la curación. 7 siglos antes de Cristo, los griegos ya relacionaban la limpieza con la salud de las personas.

Aunque en las culturas griega y romana abundaban los baños públicos en la mayor parte de las ciudades, durante los siglos posteriores se renunció al uso del agua para el aseo personal por entender que favorecía la extensión de los contagios. Fue en el siglo XIX cuando la ciencia comprendió que la higiene personal y el uso del agua eran fundamentales para evitar las enfermedades.

En nuestro entorno, a principios del siglo pasado tampoco se tenía conciencia de la necesidad de limpiar el cuerpo propio en su totalidad, sino que habitualmente sólo se lavaban algunas partes del mismo. Hasta la segunda mitad del siglo no se extendió el uso de la bañera, y más tarde se inventó la ducha.

Puede decirse que, con carácter general, la limpieza corporal matinal se realizaba en la cocina, en un barreño, en el fregadero o utilizando jofainas. El cuerpo se frotaba con esparto o jabón elaborado en casa. Según la encuesta de Etniker, en Valtierra (N) el baño se tomaba en el río en verano y en la cocina durante el invierno y usaban la saponaria (xaboilili) como hierba jabonera.

Tradicionalmente, el jabón era de producción artesanal y se elaboraba en la propia casa. De no ser así, se les compraba a las regateras, que lo vendían ya producido. Había distintas formas de elaborarlo. Una de ellas se hacía aprovechando las grasas restantes del ganado doméstico (vaca, cerdo, oveja, caballo…). Se hervía la grasa con un poco de sal, y después, si se tenía, se le añadía lejía. Las grasas más utilizadas solían ser el sebo (bilgorra) y la manteca. Otra forma de hacer jabón era mezclando harina con sosa, amoniaco o soda cáustica.

El jabón artesanal casero se usó hasta mediados del siglo XX, y no sólo servía para limpiar el cuerpo, sino que también se utilizaba para lavar la ropa. Para ello, y antes de la llegada del agua corriente a las casas, las mujeres tenían que ir al lavadero o al río a fin de frotar la ropa con el jabón y utilizar el agua que corría para arrastrar la suciedad.

Cuando no había jabón, o se quería blanquear la ropa, se utilizaba la ceniza. La ropa se depositaba en un barreño o tinaja y, usando una tela a modo de filtro, se echaba ceniza sobre ella. A continuación, se vertía agua caliente sobre la ceniza, produciendo un efecto de coloración, repitiéndose la operación cuantas veces fuera necesario. Este es el origen de la expresión “hacer la colada”.

Fuente: Archivo Fotográfico de Labayru Fundazioa.

En la limpieza de la vajilla doméstica y de los utensilios utilizados para cocinar se utilizaban también los mismos métodos. Para frotar y quitar bien los restos se empleaba, además, arena, barro, ceniza, estropajo o asperón. Se sabe que el estropajo se obtenía deshaciendo cuerdas, como las que traían las cajas de pescado. En Viana (N), por ejemplo, se recogió que para restregar la vajilla se echaba arena sobre un estropajo hecho con el esparto de los liajos o piezas inútiles de ese material.

Hoy somos conscientes de que el tipo y la calidad de la alimentación influye directamente en la salud dental, que es determinante para la del resto del cuerpo. No obstante, hasta tiempos muy recientes no era habitual limpiarse los dientes y el uso de cepillos y dentífricos no estaba generalizado. Recuerdan en Allo (N) que la boca se lavaba muy de tarde en tarde, casi siempre cuando dolía alguna muela o cuando así lo aconsejaba el médico. A menudo lo hacían con agua y vinagre. En Murchante (N), en cambio, limpiaban los dientes con bicarbonato.

Como conclusión podemos decir que el jabón artesanal y también los materiales y métodos utilizados por nuestros antepasados para la higiene personal y doméstica son una alternativa sostenible y económica ante los miles de productos de limpieza que encontramos hoy en día. Una forma fácil de contribuir al cuidado del medio ambiente y la producción de productos naturales.

 

 

 

Zuriñe Goitia – Antropóloga

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