Apuntes de etnografía

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No todas las lenguas del mundo utilizan números exactos. Las culturas de Amazonia Munduruku y Piranhã, por ejemplo, son anuméricas, es decir, en vez de utilizar palabras para expresar cantidades exactas, usan solamente términos generales para indicar las ideas de ‘unos pocos’ o ‘algo’. Los números básicos en muchas lenguas suelen ser el 5, el 10 y el 20, y no parece ser una casualidad que estos coincidan con el número de los dedos de una mano, de las dos, o de las manos y los pies.

La mayoría de las lenguas proto-indo-europeas utilizan un sistema numérico basado en el 10, llamado decimal, como por ejemplo, el castellano. El euskara, sin embargo, utiliza un sistema vigesimal, que tiene el 20 como base: hogei (20), berrogei (40, dos veces 20), hirurogei (60, tres veces 20)… Esta característica la comparte, además de con el francés, que utiliza un sistema mixto entre decimal y vigesimal, con lenguas mayas y utoaztecas. Parece ser que los celtas y vikingos también usaban un sistema vigesimal.

Pero, ¿cuál es la etimología de los números del euskera?

Un dato curioso es que el propio Sabino Arana, en su obrita Reforma de la numeración euzkérica, relacionó la mayoría de los números básicos con los dedos, pero sus explicaciones, aunque muchas de ellas de gran intuición lingüística, carecen de la profundidad y el rigor científico necesario para poder aceptarlas tal cual.

Las siempre doctas aportaciones de Koldo Mitxelena a este tema las podemos encontrar, además de en el Orotariko Euskal Hiztegia, en la publicación Las etimologías vascas en la obra de Luis Michelena, que nos facilitó Juan José Arbelaiz. Koldo nos hizo propuestas interesantes, la mayoría aceptadas por los vascólogos posteriores, aunque generalmente se limitó a constatar, trufando pequeñas reconstrucciones, las formas documentadas más antiguas, con la cautela que le caracteriza.

Manuel Agud y Antonio Tovar, en su Diccionario etimológico vasco (inacabado), nos ofrecen una recopilación de propuestas etimológicas para los números en euskera, de la mano de autores como Bouda, Campión, Gavel, Lafón, muchas de las cuales se basan en la mera similitud morfológica con palabras de otras lenguas, y se alejan, a falta de estudios más profundos, del ámbito de la epistemología científica.

Lakarra optó por la vía de la reconstrucción lingüística para hacer su propuesta, y en sus obras Etymologiae, (proto)uasconicae LXV, y Haches, diptongos y otros detalles de alguna importancia nos presentó etimologías para los números básicos, aprovechando alguna forma de autores anteriores, como Trask o Mitxelena. Sin embargo, sus propuestas pecan, entre otras cosas, de falta de coherencia semántica entre ellas, tal y como critica Eduardo Orduña.

Por otra parte, Ferrer i Jané ha encontrado una similitud importante entre los primeros diez números en ibérico y en euskera, como nos muestra en su artículo El sistema de numerales ibérico: avances en su conocimiento. Aún con todas las reservas que el ibérico nos plantea ―pues es una lengua que a día de hoy somos capaces de trasliterar, pero no de entender, ya que nos falta su piedra Rosetta―, podemos decir que se nos abre una nueva vía de investigación, que quizás nos ayude algún día a comprender mejor la relación entre el euskera y el ibérico.

Por último, llegamos a la propuesta de Gómez-Acedo, expuesta en su obra Reconstruction of the Ancient Numeral System in Basque Language, en la cual me voy a detener un poco más, por ser ésta en este momento y a mi entender, la más plausible, en cuanto a integridad y coherencia se refiere.

Las palabras clave de su planteamiento son erhi (dedo) y ahur (palma). Según esta hipótesis, el antiguo sistema vasco para designar los números se basaba en la posición de los dedos de las manos usada para representar cada número. Dicho muy brevemente, los números uno y dos vendrían a ser, un dedo (*bada-eri>*bader*bade>bat: hay un dedo), dos dedos (*berr-eri>*berrei>*berri>*birri>*bi: otro dedo), pero para el tres, diríamos que se mencionan los dedos que quedan doblados pegados a la palma en lugar de los que se estiran, que en este caso son dos (*berri-eri-ahur>*birihur>irihur>hirur/hiru: dos dedos en la palma de la mano); y en el caso del cuatro, sería uno el que queda sin estirar (*eri-ahur>*elahur>laur/lau: un dedo en la palma de la mano); y así, con diversas variantes, hasta el 10 (*amahi-eri>*hamai-eri>*hamaeri>hamar: dedos terminados).

Para terminar, diremos que la palabra ‘digital’, que tan de moda está hoy en día, nos viene a recordar indirectamente que el origen ancestral de nuestros números está en los dedos.

 

Joseba Santxo

Filólogo e investigador

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