Apuntes de etnografía

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Espátulas. Foto: Bird Center.

La migración de aves está estrechamente relacionada con la climatología y la meteorología, ya que de ello depende la disponibilidad de alimentos en las distintas estaciones.

Las aves que crían en el norte de Europa inician en otoño un viaje, que realizan por fases, para dirigirse a las zonas templadas y cálidas de Europa y África. Allí obtendrán alimentos en invierno.

Al final del invierno, los días se alargan y anuncian el comienzo de la primavera. A partir de ese momento, las aves vuelven de nuevo al norte. Miles de aves aprovechan el breve pero fructífero verano del norte de Europa para mantener a sus crías, ya que allí abundan insectos, frutos y presas durante todo el verano.

Sin embargo, ese viaje no es improvisado. Las aves buscarán vientos favorables y buen tiempo para la migración; sobre todo viajarán de noche, impulsadas por el viento y guiadas por las estrellas y el magnetismo de la tierra.

Durante este viaje, optimizan las reservas energéticas y adaptan el ritmo migratorio a las condiciones meteorológicas adversas como pueden ser tormentas, vientos frontales, frentes de lluvia intensa y olas de frío. Precisamente es en esas situaciones cuando los grupos de aves bajan a la superficie para buscar refugio, a la espera de que mejore la situación meteorológica para seguir viajando.

No todas las aves migran del mismo modo. Muchas aves acostumbran a viajar de noche, ya que evitan a los depredadores y, además, el viento suele ser más suave y estable. El día, en cambio, lo aprovechan para alimentarse y ahorrar energía. Para ello, buscarán corrientes favorables a varias alturas. Algunas vuelan cerca de la superficie terrestre, mientras que otras pueden alcanzar 9.000 m de altura, cerca de los límites de la troposfera, y sólo pueden detectarse a través del radar. Por lo tanto, las aves que percibimos a simple vista no son más que una pequeña porción de todas las que hay en realidad.

Modelos migratorios

La migración de aves no es un fenómeno reciente. Las aves tienen la capacidad de recorrer grandes distancias en un tiempo corto, lo que les permite viajar cada año, estén donde estén, en busca de mejores condiciones climatológicas. De esta forma, las aves procedentes del norte y del este de Europa migran buscando el viento que va hacia al suroeste; esos vientos parecen grandes bandas que transportan a las aves. En este largo viaje intercontinental, las condiciones meteorológicas son cambiantes, lo que implica que las aves se encuentren repentinamente ante distintas situaciones. En agosto y septiembre los vientos del sur ralentizan la migración y muchas aves se ven obligadas a volar a baja altura.

Las tormentas también empujan a los grupos de aves migratorias hacia lugares donde descansan hasta que cesan las inclemencias. Algunas de ellas, como las golondrinas, son capaces de prever tormentas cercanas y buscan refugio temporal.

Durante la migración primaveral, las aves utilizan vientos del suroeste para regresar a las colonias reproductoras del norte de Europa. Sin embargo, la influencia de los frentes del norte obliga a muchas aves a descender hasta la superficie, ya que volar contra los vientos frontales supondría un importante gasto energético. Otros grupos de aves ascienden a las capas altas de la atmósfera en busca de corrientes más propicias y pueden realizar el viaje de una tirada.

Gansos. Foto: Bird Center

Uno de los fenómenos meteorológicos con mayor incidencia en nuestro territorio son las rachas de frío invernal. Aunque muchas aves invernan en el centro de Europa, el frío extremo provocado por los vientos gélidos procedentes de la estepa rusa y escandinava afecta al norte y al centro del continente, por lo que los alimentos escasean temporalmente.

En invierno, estas aves no tienen suficientes reservas de grasa para migrar hasta África, por lo que tienen que buscar alimentos en zonas más cercanas. Esto genera migraciones de corto recorrido hacia el sur, por lo que grandes grupos de aves entran repentinamente en nuestros humedales en busca de alimentos.

En ese momento, el Golfo de Vizcaya se convierte en un refugio climatológico gracias a la influencia reguladora del Cantábrico, donde las aves europeas encuentran alimento y refugio mientras persiste la ola de frío.

En todos estos casos, los humedales cumplen una función estratégica, ya que las aves acuáticas están estrechamente relacionadas con este medio. En condiciones climáticas adversas, la falta de humedales puede ocasionar un elevado número de muertes y en muchas ocasiones también alteraciones de la ruta migratoria, generando un importante gasto energético.

El golfo de Bizkaia es un paso importante para las aves migratorias europeas. Por lo tanto, los humedales del País Vasco son áreas estratégicas para las aves, ya que les ofrecen cobijo y alimento cuando las condiciones ambientales no son las propicias.

 

 

Edorta Unamuno

Bird Center

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