Apuntes de etnografía

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Vestigios de la presa del molino de Vicario en el barrio de Molinar, 1978. Miguel Sabino Díaz

Vestigios de la presa del molino de Vicario en el barrio de Molinar, 1978. Miguel Sabino Díaz.

La tromba de agua que asoló el Valle de Carranza (Bizkaia) en el año 1978 dejó al descubierto vestigios de vetustas presas de madera, lo que permitió conocer in situ la técnica constructiva empleada en el levantamiento de estas antiguas estructuras hidráulicas de origen netamente medieval.

Hasta bien avanzado el siglo XIX, la mayoría de los ingenios hidráulicos existentes en el Valle emplearon pequeñas presas de paramento simple y frente recto para desviar las aguas hacia los molinos.

Vestigios de la presa del molino de Pondra, en el barrio de La Cadena, 1985. Miguel Sabino Díaz

Restos de la presa del molino de Pondra en el barrio de La Cadena, 1985. Miguel Sabino Díaz.

Este tipo de presas se iniciaba con la excavación en la roca del cauce, próxima a un escalonamiento natural, de tantos agujeros como fueran precisos para que la presa ocupara toda la anchura del cauce. En los cursos de poco caudal se hacían dos o tres agujeros, oscilando entre cinco y seis en los de mayor caudal. Presentan forma cuadrada o rectangular, exceptuando las improntas circulares de la presa del molino La Aceña del Cura, en La Argañeda (Aldeacueva). Las medidas perimetrales de los agujeros tienen por lo general 30×30 cm, siendo 18×17 cm las más pequeñas y 44×48 cm las de mayores dimensiones. Su profundidad oscila entre 17 y 20 cm.

Terminada la excavación de los agujeros se procedía a introducir en ellos los banzos, ajustados con el empleo de cuñas de madera y relleno de tierra y piedras del mismo río. Banzos que quedaban colocados transversalmente sobre el lecho rocoso del río, en posición inclinada con el fin de oponer una menor resistencia al empuje de las aguas. A su vez se apoyaban sobre otros, que hacían de contrafuertes, teniendo su base en pequeños huecos, excavados o naturales.

La unión de los banzos se llevaba a cabo mediante tablazón, de un grosor de entre 4 y 6 cm y una anchura aproximada de 24 cm. Los tablones se colocaban de uno en uno sobre los banzos y para fijarlos se efectuaba un agujero en cada extremo que lo atravesara y pasara hasta el banzo, donde se introducía una pina de madera a golpe de porro o maza. El asentamiento lateral de la tablazón se llevaba a cabo mediante una roza excavada en la roca o en el terreno de la zona.

La misión de estos azudes consistía en represar el agua del río y derivarla hacia el molino a través de su cauce, el único elemento de desagüe que disponía. El vertido del excedente de agua se llevaba a cabo sobre la coronación de la presa.

Restos de este tipo de presas aún se pueden ver en los cauces de los ríos, formando parte de los vestigios de los molinos de Anteo (Bernales), Baucallejo (Pando), La Aceña del Cura (Aldeacueva), Malmolino (La Calera del Prado), Villarruiz (Ambasaguas), Peñamolino (Biáñez), Liende (La Tejera), Marañón (Sierra), Vicario (Molinar) y Pondra (La Cadena).

Miguel Sabino Díaz – Etniker Bizkaia – Grupos Etniker Euskalerria

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