Apuntes de etnografía

Procesión del Viernes Santo, Bariku Kurutzeko. Zeanuri (Bizkaia), 1920. Fondo Felipe Manterola. Archivo Fotográfico Labayru Fundazioa.

Dos festividades dedicadas a la Santa Cruz determinan en el calendario tradicional el período más intenso de las labores agrícolas. El 3 de mayo, Invención de la Santa Cruz, se implantaban en las heredades recién sembradas cruces de avellano bendecidas para su protección. Cinco meses más tarde, el 14 de septiembre, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, comenzaban las recolecciones y se preparaban para proceder a la vendimia. “De Santa Cruz a Santa Cruz” era, al decir de los pastores alaveses, la temporada más adecuada para que los rebaños pastorearan en el monte. Es el período del año de más luz y de más calor.

Pero fuera de este ciclo natural hay un día especialmente sagrado y dedicado a la Cruz, que es el signo cristiano por antonomasia: es el Viernes Santo o, como se le llama en el euskera de Bizkaia, Bariku Kurutzeko, Viernes de la Cruz. Ese día los cristianos adoran y besan la Cruz en la celebración religiosa que tiene lugar en la iglesia por la tarde. Antes de este acto de veneración personal de la Santa Cruz se lee el pasaje del evangelio donde se relatan los pasos de la Pasión de Cristo: el juicio donde se le condenó por blasfemo, su sentencia a muerte y su ejecución en el patíbulo de la cruz.

La lectura solemne de este relato tiene un carácter dramático. Lo llevan a cabo tres lectores distintos a modo de dramatis personӕ: uno de ellos, que hace de cronista, relata la acción; otro distinto recita las intervenciones de los diversos personajes (miembros del sanedrín, Pilatos, gentío, centurión…); y un tercero, el que preside la liturgia, pronuncia las palabras dichas por Jesús. En esta lectura dramatizada de la Pasión de Cristo han visto algunos el origen del arte dramático medieval.

Fotografía tomada de la obra Balmaseda: Su pasión viviente. Bilbao, 2002.

Esta dramatización no se limita al interior de la iglesia. Tras la función religiosa se sale al exterior portando en procesión imágenes que han figurado en el relato de la Pasión, destacando entre ellos el féretro con el cuerpo yacente de Cristo. Durante la procesión se entonan cantos religiosos alusivos al momento vivido.

Es de notar también que ese día en varios lugares de Vasconia tienen lugar representaciones vivientes de la Pasión, o escenificaciones del Vía Crucis, en los que participan como personajes vecinos de la localidad que toman como escenario sus plazas, calles y caminos. Entre otras se pueden señalar en Bizkaia las pasiones vivientes de Balmaseda, Berango, Arkotxa (Zaratamo) y Durango; en Álava la recién recuperada de Heredia, cerca de Agurain; en Navarra las de Tudela y Andosilla; y en Gipuzkoa las de Segura y Hondarribia que cuentan con una larga tradición.

Ander Manterola – Etniker Bizkaia – Director del Atlas Etnográfico de Vasconia

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