Apuntes de etnografía

Frutal en flor. Luis Manuel Peña

Frutal en flor. Luis Manuel Peña. Archivo Fotográfico Labayru Fundazioa.

Al igual que el fuego ha sido el elemento central de la casa tradicional, la sangre es vital para las personas y los animales que en ella habitan. Hay, de hecho, una vieja sentencia que dice que ‘una casa sin fuego es como un cuerpo sin sangre’, su bako etxea, gorputz odolbagea.

La sangre se asocia incluso a estados de ánimo y al carácter de las personas. Así, por ejemplo, decimos que nos ‘hierve la sangre’, odolak irakiten deusku, cuando estamos muy enfadados, o que alguien ‘no tiene sangre en las venas’, odolbakoa da, para dar a entender que es una persona que no se altera por nada o que tiene poco arranque. Hay cantidad de expresiones de este tipo que utilizamos en nuestro lenguaje cotidiano casi sin darnos cuenta.

Resulta asimismo interesante la vinculación que tradicionalmente se ha establecido entre la sangre y la savia de los árboles y las plantas en general. Según creencia popular, los cambios estacionales y las fases lunares afectan a la sangre, al igual que afectan a la savia, siendo la primavera y el otoño los dos períodos del ciclo anual en que, coincidiendo con la salida y la caída de las hojas, se producen cambios importantes en la sangre. Y en la primavera en mayor grado que en el otoño. De ahí que se diga que ‘la primavera la sangre altera’, udabarria, odol barria.

Desde la perspectiva de la medicina popular, la sangre se entendía como elemento regulador de la salud, de modo que cuando se perturba su equilibrio, puede surgir la enfermedad.

Decía la gente de antes que la sangre unas veces ‘engorda’, lo que en términos médicos equivale a ‘tener la tensión arterial alta’. Sabían también que el tener la sangre gorda es peligroso, de ahí que se hablara de remedios para adelgazar o rebajar la sangre.

Se decía que en primavera, al igual que la savia de los árboles y las plantas se reactiva, la sangre se renueva. Y al renovarse es fácil que se altere y que se vuelva impura, bien porque engorde demasiado, bien porque se produzca un exceso de sangre.

Además de la primavera, a juicio de numerosos encuestados, las causas principales de la aparición de impurezas en la sangre son los disgustos y los enfados. No en vano se suele decir que a una persona ‘se le hace mala sangre’, odol txarra egiten jako, o que ‘se le sube la sangre a la cabeza’, odolak burura egin deutso, cuando se disgusta o se enfada.

Sea como fuere, coincide que la primavera es un buen momento para purificar y adelgazar la sangre. Para ello se utilizaban una serie de plantas y alimentos con propiedades medicinales reconocidas, siendo la infusión de ortiga el remedio más extendido.

Son muchas más las plantas que se han venido utilizando para sanar la sangre, entre ellas la aladierna, conocida como carrasquilla, y la cola de caballo. El berro, la borraja y el apio son igualmente recomendados.

Se sabía que tener la sangre gorda es perjudicial no solo para la salud de las personas, sino también para la del ganado. Precisamente, al cerdo que se engordaba para la matanza, se le daban a comer ortigas, añadidas a la cocedura, para evitar que le ‘diera la sangrera’, odolarenak emon.

Merece especial atención la sangría, práctica habitual en tiempos pasados para tratar problemas relacionados con la sangre que abordaremos en un futuro apunte.

Jaione Bilbao – Departamento de Etnografía – Labayru Fundazioa

(Adaptado del tomo del Atlas Etnográfico de Vasconia dedicado a Medicina Popular, incluyendo además datos específicos sobre Ganadería y Pastoreo)

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