Apuntes de etnografía

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Kikirikiño. Sergio González Ahedo.

En tiempos pasados el ayuntamiento alavés de Zigoitia el 12 de octubre, festividad del Pilar, subastaba castaños que se encontraban en terreno municipal en lotes de uno, dos o tres ejemplares. Los pueblos vecinos de Etxaguen, Murua, Manurga, Acosta, Ondategi, Gopegi y Zestafe también cuentan con castaños en sus montes.

Para recoger los frutos, de estos pueblos solían subir al monte con el carro de bueyes y apaleaban los castaños. Provistos de guantes o con el rastrillo recogían los kikirikiños (erizos) que en otras zonas de Álava llaman monsos, y los depositaban en cestos y de estos los vertían al carro.

Una vez en casa, los descargaban en la era contra una pared y los apilaban bien, tapándolos con paja o helecho. Al día siguiente con el carro se iba a un prado y con la azada se arrancaban céspedes que se transportaban hasta la era. Allí el montón de castañas se cubría completamente con los tepes, con la hierba hacia abajo, comenzando por la parte inferior.

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Castaño centenario. Sergio González Ahedo.

Si se colocaban bien los céspedes no penetraba el agua ni el aire, así las castañas con el erizo se conservan hasta mayo. Cuando se querían sacar castañas, se retiraban un par de tepes y se llenaba un cesto. Luego con el pie se pisaban los erizos y se recogían los frutos.

Quienes tenían abundancia de castañas las llevaban a vender al mercado de Vitoria o, como era el caso de dos familias de Murua, las vendían por los pueblos.

Las castañas se comían asadas o cocidas. Se asaban en el fuego bajo entre la ceniza y en las cocinas económicas en el horno, algunas casas disponían de tamboril, previamente hay que darles un corte porque si no explotan. Para cocerlas se les echaba un trozo de troncho de berza y unos granos de anís.

Con las castañas se hacían postres con leche, sobre todo en Navidad. Cuando escaseaba la harina de trigo se mezclaba con harina de castaña. Una vez asadas o cocidas las castañas, para obtener harina de ellas, se pelaban, se machacaban bien o se pasaban por el pasapuré y luego se mezclaba con la harina de trigo.

Para secarlas bien, después de elaborada la hornada de pan, se introducían en el horno y se dejaban unos días. Luego se molían con cáscara en el molino para después cerner unos kilos para bizcochos o pan, dejando el resto para dárselo a los cerdos mezclado con harina de bellota.

En los años de la posguerra la castaña no estuvo intervenida y quitó mucha hambre. Hoy ya no se subastan los castaños ni se amontonan los frutos, por la Inmaculada y Navidad se cogen unas pocas para probarlas. La víspera de la Inmaculada, en los pueblos del valle de Valdegovía y en Labastida después de la ronda es típico comer castañas asadas en una fogata al anochecer en la plaza del pueblo.

Los castaños de Apellániz, Rituerto, Quintana y Lagrán se plantaron a mediados del siglo XVIII y son propiedad de los vecinos. Los de Apellániz traían la planta de la localidad guipuzcoana de Oñati.

Isidro Sáenz de Urturi – Etniker Álava – Grupos Etniker Euskalerria

Para más información puede consultarse el tomo dedicado a La Alimentación Doméstica del Atlas Etnográfico de Vasconia.

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