Apuntes de etnografía

Gorri y banderari. Luzaide (Nafarroa), 2013. Autor: Emilio Xabier Dueñas.

En las colectividades tradicionales europeas el proceso socializador de tránsito a la edad adulta y el papel atribuido a la categoría de edad de los jóvenes han tenido una importancia esencial que se ha venido manifestando en la paulatina implicación social, relevo generacional laboral o de responsabilidad social y una equilibrada dicotomía entre el control social y la posibilidad de ciertas libertades o permisibilidad acordes a esta etapa. Es decir, su papel se solía concretar en la defensa de los límites locales geográficos y el uso organizado de las armas, supervisión y censura de las desviaciones frente a las costumbres consuetudinarias, invitaciones de buena vecindad inter-locales de jóvenes o agentes activos de rivalidades manifiestas, visitas y acompañamientos de cortesía a autoridades o notables, mano de obra obligada en las labores vecinales y, lógicamente, constituían el potencial regenerativo de la continuidad generacional de las comunidades.

Plaza-mutil de Arratzu (Bizkaia) en fiestas, 1990. Autor: Josu Larrinaga Zugadi.

Colectivos de juventud que se agrupaban por su pertenencia a un barrio o localidad, la referencia a sus edades, quintas o género, la celebración festiva de ese marco geográfico y, sobre todo, tenían por prerrogativa la organización y seguimiento de las actividades lúdicas a desarrollar en el año. En nuestro marco geográfico se conocían en Iparralde, Nafarroa (lagunartea, quintos y moceríos), Araba (sociedades de mozos, mayordomías o mocedades), en Gipuzkoa (mutil-ardoak en Aia-Zarautz y mutil gazteak en Leitzaran) y en Bizkaia (zaragi-mutilak en Busturialdea y eskotekoak en Mungialdea y Durangaldea). Siendo su papel festivo de carácter consuetudinario y, en cierto modo, compartido con la corporación municipal y heredado por las actuales comisiones de fiestas.

Permitiendo la incorporación anual de nuevos miembros, pagando una cuota igualitaria por su participación y eligiendo entre los asociados unos encargados o jefes de juventud (danbolin-nagusiak o mutil-nagusiak, giltzeroak, gorriak, espenseroak o kamareroak, maiordomoak, plaza-mutilak, priores o mozos mayores, etc.), y se solían acompañar de su homónimo femenino (pareja o novia, amiga, hermana, etc.). Los cargos se otorgaban por designación de los salientes, votación, sorteo, atribución a cierta habilidad personal, mayor edad o señalando a las parejas de casados en el año (considerándoles jóvenes hasta el nacimiento del primer hijo o de la primera hija). En su indumentaria solían llevar algún distintivo de su cargo (cintas de colores en la boina, banda terciada al pecho, elemento simbólico o traje especial diferenciador).

Kintoak de Altsasu (Nafarroa) bailando el Zortziko por Santa Agueda, 2000. Autor: Emilio Xabier Dueñas.

Estos jefes de juventud, en el ámbito festivo, tenían un papel destacado la víspera, yendo a buscar al músico correspondiente, encargando y transportando a un local establecido (local de juventud, casa particular, taberna o posada, etc.) el vino a consumir durante las celebraciones, pagando la cantidad o cuota estipulada de los gastos festivos, presidiendo la elección de nuevos representantes, organizando y acompañando los recorridos e itinerarios oficiales (alboradas, rondas, procesiones, comitivas, etc.) o informales (cuestaciones, visitas, alabanzas, etc.).

También formaban o contrataban cortejos dancísticos rituales, estipulando diversiones o competiciones tradicionales y cumpliendo con los cánones de una serie de rituales juegos (oilar-jokoa y antzar-jokoa). Participando de modo destacado en las protocolares u oficiales danzas corales (sokadantzak, jauziak o mutil-dantzak), con invitaciones cordiales a las jóvenes u otorgando permisos secuenciados de danza a la juventud de localidades vecinas, prodigando los obsequios mutuos de comida o bebida y las relaciones de buena vecindad o interacciones fructíferas a futuro. Todo ello, siempre bajo la tutelar vigilancia y férrea censura de las generaciones antecedentes para paliar los efectos del alcohol o el desmadre festivo, la testosterona o las rivalidades seculares.

 

Josu Larrinaga Zugadi – Sociólogo

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